lunes, 2 de diciembre de 2013

SEMANA 9 (2 al 8 Diciembre 2013) POR KATJA THOMSEN

DÍA 57

Tanto calor hace que ya no se qué hacer con mi ser. Todos a mi alrededor necesitan algo: un baño, un remedio, un chofer, un plato de comida, un cambio de pañal. Yo solamente le pido al maldito, condenado y traicionero equipo de aire acondicionado que se deje de entrar en calor y por el amor de todos los Santos se largue a andar de una buena vez por todas.

Los nervios los tengo como cables pelados. Me falta azúcar, me comería un helado gigante. Y tengo CALOR. Mucho calor y muy poco tiempo durante el día para satisfacer las necesidades básicas de todo el resto de la familia. Encima empieza a sonar el Whatsapp del grupo de madres del colegio para organizar las cadenas (car pools) del año que viene. Te querés morir.

A todo esto se larga a llover como si hubiera estallado el cielo y tengo que salir corriendo a levantar los múltiples textiles que mis hijos han ido "regando" sin ton ni son por todo el jardín. Hablando de regar. Cómo zafé de regar. Qué bien me vino esta lluviecita...

En cuanto a la dieta, venía bárbara hasta que no pude más y me comí una cucharada de DULCE DE LECHE. Confieso Señor. He pecado. He pecado y con este calor al que se le ocurra venir a molestarme con esto... GUAI!!! (¿Cómo se escribe guai? ¿Guay? ¿Wai?) Good bye.


DÍA 58 

¿Qué es lo que nos mueve a las mujeres a la hora de consumir? ¿Por qué será que cuando estamos en un shopping solemos ser mucho más conservadoras que cuando nos agarra por sorpresa una vendedora con una valijita de cosas importadas de la India en la peluquería? Mientras vemos que todas las demás clientas se abalanzan sobre la mercadería obviamente no queremos ser menos… De a poco nos acercamos al “panal” y con algo de soberbia miramos como de reojo por entre las abejas, como quien no quiere la cosa, bien desde arriba hacia abajo como si todo aquél circo no nos llamara la atención. Cuatro, cinco manos salen repletas de cosas espectaculares desde el interior más recóndito de la valija y ya se oye el coro de la canción: “¿y éste cuánto saleeeeee?”

Maldita sea. Parece que “éste” se va y lo que es peor, se lo va a quedar “ésta”, la asquerosa de la madre de Pedrito el que va a karate con el hijo de mi amiga (quien tampoco la puede ver). Rápido, hay que trazar un nuevo plan de acción y al diablo con la elegancia y los aires de misterio, rápido que se compran todo y …¡a qué precios! (Dato curioso: lo más probable es que esos precios sean carísimos en un contexto de libre mercado y sano juicio).

El decoro, la educación y las buenas costumbres a un lado, allí me encuentro yo, de rodillas, como niña caprichosa que no encuentra su Barbie preferida, revolviendo el cajón de los juguetes en búsqueda de su tesoro. Justo a punto de dar con mi objetivo, la madre de Pedrito, airosa y con cara de contenta saca EL vestidito etéreo que yo quería encontrar y va corriendo a pagar. Me entra el odio. Me invade una serie de sensaciones mixtas, la mayoría de ellas negativas, hasta que en un momento pongo punto muerto en mi cabeza porque reconozco que la vida sigue y que, de todas formas, no lo iba a poder pagar con tarjeta de crédito. Encima pienso y me doy cuenta de mi propia ceguera. Yo ya tengo un vestido idéntico en el placard

A ser sincera, esa en realidad no suelo ser yo. (Dije suelo ser). Pero, con una mano en el corazón, ¿quién no ha hecho algo por el impulso de tener el pasto tan verde como el del vecino alguna vez? 

Hoy me centré en esta ficción, en este cuentito que inventé para dejarnos pegadas (ponernos en evidencia) a todas a la misma vez. ¿Qué necesidad tenemos de tener el "pelo lacio del milenio"? ¿Qué necesidad tenemos de tener todas el mismo reloj de metal color cereza a prueba de agua? ¿Qué necesidad tenemos de usar todas el mismo celular touch

Ninguna. Por eso las desafío a pensarlo bien la próxima vez que se enfrenten a una posible compra compulsiva. A menos que NECESITEN algo (¿quién NECESITA algo hoy día? ¿Quién en nuestra sociedad postmoderna no tiene lo mínimo para subsistir? Y claro, obviamente no estoy hablando de la hambruna de ciertos rincones del planeta ni de los pueblos azotados por catástrofes naturales).

Si a la chica a mi costado le queda espectacular algo, está bien tomar eso como inspiración, como musa para pensar en mi propio ideal de belleza, para celebrar la belleza que hay desperdigada en el mundo, una belleza que se nos presenta de mil maneras diferentes. Pero por favor evitemos querer copiar por copiar, evitemos el plagio estético producto de la ignorancia de nuestros propios cuerpos y tonos de pelo y piel. Y sobre todo, producto de hacer caso omiso a LA EDAD QUE TENEMOS. (La edad biológica, no la comprada en el cirujano plástico).

En la misma línea de razonamiento, hay quienes quieren hacer dieta porque ven que las demás están más flacas. Una dieta, y en particular UNA DIETA A REGAÑADIENTES, se hace por auto-convicción, por contrato con una agencia de modelos determinada, por salud, por saberse más linda como mujer al perder esos últimos 5 o 6 kilitos. Pero lo más estúpido que se puede hacer es querer adelgazar porque la otra lo está haciendo, porque está de moda, porque yo también quiero.

Piensen bien antes de quererse parecer a la otra. (O al otro para ser equitativa). No caigan en el peligroso juego de la envidia porque ese juego nunca acaba. Siempre habrá alguien que tenga algo más nuevo, más lindo... y más flaco que yo misma. No vale la pena ir detrás de tan peligrosa zanahoria.


DÍA 59

Un bochorno. Almuerzo: milanesa trufada gratinada al parmesano con puré de calabaza en La Perdiz con algunas de mis queridas amigas. Las malvadas me pervirtieron en esta pureza intacta que se llama fuerza de voluntad para hacer la condenada DIETA A REGAÑADIENTES y no conformes con mi comanda de FRITURA envuelta en QUESO CALIENTE, me sacaron la foto a la izquierda acercando a mi plato cuanta cosa había en la mesa para que ustedes pensaran que soy un verdadero desastre como ejemplo. Muy mal.


Lo que nos reímos no tiene nombre. Y sí, pocas veces en el año nos podemos reunir a plena luz del día para acomplejarnos con el despropósito de platos pedidos al mozo... Dos embarazadas, dos de postparto (pobre Paulina, la sigo usando como excusa... ¡patético!) y una persona equilibrada a nivel hormonal pero que tampoco tiene normalmente el privilegio de sentarse a comer en PAZ con tanto niño y trabajo en la vuelta.

Paren las rotativas del almuerzo
que de camino a éste casi se me rompen los ojos 
con estos
ENANOS DE JARDÍN
en pleno Siglo XXI.
ODIO LOS ENANOS DE JARDÍN.
Próximamente les prometo
 un especial del
ENANO DE JARDÍN
El resto de la tarde lo pasé en una cafetería (qué bien) negociando aspectos cruciales de la edición del libro que estoy por sacar, MI VIDA COMO MODELO.

De tardecita obviamente me encargué de lo que tengo que encargarme, mis divinos hijitos (cómo somos las mujeres, por primera vez en semanas paso un día a full sin ellos y ya los extraño) y de noche cena de ex compañeros de Facultad de Derecho. Es interesantísimo ver los avances en la vida de las personas cuando una nota que hacen las cosas con pasión y sobre todo, VOCACIÓN. Fue un real placer ponerme al día con tanta gente buena.


Laura Elizondo, Soledad y Marcela Dotti, MOI, María Dotti
LOVE YA!!!
DÍA 60

A ver si nos entendemos: DÍA SE SEN TA, gente, SESENTA a dieta. DOS MESES completitos on a diet. ¿Tengo hambre? No. ¿La estoy pasando mal? No. ¿Me falta fuerza para llevar adelante la casa y los chicos? A veces. ¿He bajado de peso? Sí. ¿Lo hubiera hecho mejor de otra forma? No lo creo.

Estoy a menos de 24 horas de mi enfrentamiento a la balanza de la doctora Ramírez otra vez más. Pero esta vez el desafío es triple ya que llevo TRES SEMANAS sin pesarme en su balanza, es decir, en la balanza oficial de la dieta a regañadientes.

Estoy asimismo a 16 días del final, a 16 días de mi meta: El 21 de diciembre es mi último día a dieta porque es el vencimiento del plazo (nuevamente con ustedes, la DOCTORA EN DERECHO) que me puse a mí misma para adelgazar los kilos extra que quería perder. Y les confieso que por ahora estoy muy pero muy contenta. No sólo porque casi lo logré sino porque realmente hice el click que hay que hacer si lo que se quiere es un cambio profundo en los hábitos alimenticios. He ido al gimnasio a diario casi, he salido a caminar muchísimo para aprovechar el tiempo y sacar a pasear a mis hijos. He sido cautelosa con los horarios de las colaciones. En definitiva, me reorganicé para obtener el resultado muy positivo que estoy viendo ya hoy.

Y si no es eso la vida, díganme ustedes qué es. Me refiero al viejo y querido ensayo y error. Valga decir que si estoy haciendo A para obtener el resultado X y en su lugar obtengo el resultado Z, es porque A no es el camino, no es el método adecuado para lograr X. Es una ilusión infantil esperar a que un día el metabolismo te vuelva a funcionar bien y que así pierdas el sobrepeso si siempre hacés lo mismo. Newsflash: si no cambiás de método nunca vas a llegar a la Z.

¿De dónde obtener el método correcto? ¿Cómo hacerlo? 

Sacando el orgullo a un lado, reconociendo que no estás "hinchada", que no es la tiroides, que no es la retención de líquidos, que no es el tratamiento hormonal para quedar embarazada en 1999 sino que estás GORDA porque comiste muchísimo más de lo que tu cuerpo necesitaba. Una vez que lo entiendas y que te mires al espejo y no reconozcas a tu antiguo yo, es cuando tenés que hacer lo que te salvará probablemente la vida además de la autoestima: PEDIR AYUDA a un profesional. Un profesional calificado para intervenir y sobre todo, proporcionarte un plan de acción, un MÉTODO adecuado para ti. No para un grupo de "gordos" (me parece increíble que la gente crea que hay una sola manera, común a todos los individuos, para volver al peso ideal) porque además si te anotás en un GRUPO DE GORDOS es porque mentalmente ¡¡¡SOS UNO DE ELLOS!!! Todo pasa por un tema de actitud, por hacer el famoso click y NO QUERER PERTENECER a un GRUPO DE GORDOS. Se trata nada más que de ti. Y tú sos única o único. Tenés tu propio y único pasado y tus exquisitas razones para haber engordado tanto. Por eso me parece que cada ser humano tiene que atender sus problemas de salud con un profesional que estudie su caso como caso particular y aislado.

Esto al menos es MI OPINIÓN y me encantaría saber si a ustedes les parece lo mismo. Para ello les dejo mi fan page de facebook:

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DÍA 61

Se aproxima la Navidad de manera comercialmente palpable: Tras una agitada mañana fui al Punta Carretas Shopping a las 13:45 horas (justo después de ver a la Dra. Ramírez, ya les paso el informe por supuesto) sin caer en la cuenta de que a las 14:00 horas empezaba la "noche de los descuentos". Entré en un reconocido local de accesorios de cuero a las 14:50 y no había casi nadie. Miré un poco, salí de allí y justo volví a pasar por delante de la puerta de esta misma tienda a las 14:00. La cola para pagar se extendía desde el mostrador hasta la puerta (unas 10 personas esperaban pacientemente sin nada en las manos).

Les pregunté si estaban en cola para pagar (insisto, iban con las manos vacías) y me informaron que sí, que estaban esperando para pagar objetos reservados el día anterior. 

Y yo que hace tan poquito escribía que las mujeres somos más cautelosas a la hora de gastar en un shopping. Ahora bien: no eran sólo mujeres. Había 3 hombres en la cola esperando con paciencia canónica para comprar regalos para el "amigo invisible" de la oficina y otras ocasiones importantísimas.

Justo a pocos instantes de sucumbir ante este puro y pleno "espíritu navideño" recibo una llamada preocupante de mi casa. Nuestro perro estaba devolviendo coágulos de sangre. Merry Christmas to me. Ecografía de por medio (sí, mi perro se hizo una ecografía y yo este año me olvidé de mi mamografía) lo que probablemente le pasó es que se intoxicó con el spray anti-pulgas que se roció en mi casa (porque él había tenido pulgas esta semana, con lo cual imaginen mi felicidad acumulada hoy viernes). A todo esto miro el reloj y ya era hora de buscar a mi hijo y a dos de sus compañeros de clase al colegio. 

Digo yo, ¿qué se piensan que hacemos las madres que trabajamos desde casa o no trabajamos? ¿Que NO TRABAJAMOS? Porque les aviso que creo que es hasta peor el stress a veces... Una no puede dejar de estar involucrada las 24 horas del día en la totalidad de los asuntos y problemas del diario vivir de la familia entera. Una tiene que saber contestar cualquier pregunta y saber preguntar todo lo que hay que saber.

Eso sí: sarna con gusto... No hay cosa más linda para una mujer que tener la opción de quedarse en su casa y criar de cerca a sus bundles of joy. Yo fui una madre ocupada a más no poder cuando tuve a mis dos primeros hijos. Trabajaba y estudiaba abogacía y vivía carcomida por la culpa. Ahora que ya me recibí hace años y que estoy trabajando menos que antes (y puedo trabajar desde casa como profesional independiente) miro al pasado y les prometo que se que fui la mejor madre que pude ser en aquél momento. 

Está claro: la experiencia de tener TRES hijos ahora me juega a favor. No es lo mismo criar al primero que a la tercera. Estoy -hasta demasiado- confiada en mi misma y lo más importante, tengo más tiempo para dedicarme a mis hijitos. Pero en aquél momento, ocho años atrás, tenía la inconsciencia de la juventud que ahora ya no tengo en demasía.

Poniendo las 2 experiencias en los platillos de la balanza (a saber, mis primeros dos hijos a mis 23 y 25 años respectivamente por un lado y Paulina a mis 30, por otro) les aseguro que existe una suerte de equilibrio y que el haber o no trabajado no es lo que necesariamente más desbalancea las cargas de mis "platillos".

Por el contrario, lo que me hacía "peor" madre era:
-La falta de seguridad en mí misma por falta de experiencia (no saber qué hacer ante situaciones difíciles, sobre todo a la hora de marcarles límites a los niños);
-Pedir demasiada ayuda a los abuelos y bisabuelos de mis hijos (les estaré eternamente agradecida siempre pero perdí mucho "terreno" (léase: autoridad) -y tiempo valioso para aprender a ser mejor madre- frente a los nenes);
-Estar creciendo yo misma (era súper joven) pero por otro lado, ¡¡¡ahora ya tengo al mayor de OCHO años y yo tengo 31!!! Ahora que se puede decir que "crecí" los disfruto muchísimo.

O sea: como verán la culpa era una maquinación insidiosa (sí, Dr. Legally Blonde presente otra vez) de mi mente. Yo hacía, hago y haré siempre lo mejor que pueda para ayudarlos a ser excelentes seres humanos. ¿La culpa? Ya no tiene tanta cabida en mi relación madre - hijos. ¿Por qué? Porque no suma, resta.

Volviendo al grano: Hoy me pesé en el consultorio de la Dra. Ramírez y como ustedes recordarán tenía que haber bajado 2 kilos. Pues bajé un kilo 200 gramos en 3 semanas. (Y mi santa doctora igual me felicitó).

De todas formas a mí lo que más me gusta de toda esta DIETA A REGAÑADIENTES es que ¡¡¡está funcionando, gente!!! A su propio ritmo. Pero está funcionando. ¡¡¡Buen fin de semana a tod@s!!!

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DÍAS 62 y 63
Feliz de la vida pasé este fin de semana soleado en familia y con muchos amigos. Me di cuenta de que sí, madres fofas y flácidas, sí existe un deporte poco ortodoxo pero que les permite quemar calorías, entretener a la beba y modelar la figura al mismo tiempo: el trampolín.

En las fotos me ven con la pobre Paulina quien al principio se reía y se cantaba "aá, aá, aá, aá" y luego cuando se cansó de rebotar se acostó en la superficie del artefacto para saltar y quedó así, quietita, rebotando, a la espera de algún cambio externo porque se ve que la actividad le gustó. (Y hacían unos 50ºC en la sombra sin que corriera una gota de aire). 

También jugué al tennis con mis tres hombres, aunque eso duró poco porque empezaba a hacer calor y la beba ya no tenía ganas de estar en el cochecito. Vieron que dicen que el tercer hijo se cría solo y que el cuarto "sobrevive"... Yo aún no tengo al cuarto pero les aseguro que al tercero (la tercera gracias a todos los cielos en mi caso, con las ganas que tenía de tener una nena a estas alturas) se ha venido criando bastante sola en el sentido de que ya ningún llanto es novedoso, ya no hay gritos que pongan a los padres en alerta (casi no los hay), ya no hay baby call en la casa (y de hecho nunca lo hubo para Paulina), ya no nos da culpa ponerla en el corral mientras nadie la puede mirar, ya la dejamos comer sola aunque se ensucie todo a un metro y medio a la redonda porque sabemos que el beneficio de que se independice lo antes posible supera con creces la falta de ganas de limpiar el enchastre post - comidas.

Eso sí, mucho deporte, mucho aire libre ...y mucha comida, tortas y helado. Un soberano desastre y yo encima le había prometido a la Dra. Ramírez que cuando la vuelva a ver este miércoles iba a pesar medio kilo menos. Lejos de eso, me parece que le voy a llevar un CD de Palito Ortega que contenga la canción del gordo bueno. 

Boing boing boing y si sigo así voy a ir "rebotando" a la consulta de mi doctora!
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