lunes, 29 de junio de 2015

DIA 1 - PURO ODIO.

Hola a tod@s. L@s extrañé. De veras l@s extrañé. Sobre todo, por lo que escribirles estas disparatadas líneas implica... Escasos (aunque exquisitos) momentos de PAZ. Efímeros, intermitentes, inesperados momentos en mi ajetreado día a día con 4 hijitos divinos. Pero momentos de PAZ al fin.

Niñas y niños: Estoy que ruedo. Otra que "a brillar, mi amor". Vamos A RODAR, mi amor.

El otro día les ponía en mi página de Facebook www.facebook.com/katjathomsenfanpage que había -finalmente- hecho click. Que la dieta de postparto había comenzado oficialmente. (Yeah, right. Plus 1 kilo desde ese falso click. Es más, me veo tan "gruesa" -qué lady al teclado soy- en el espejo, que simplemente podría poner que hice doble click... Con uno solo, no llegamos ni a fin de mes).

Si se parecen en algo a mí, hay días en los que no saben ni cómo se soportan ustedes mismos. Puedo asegurarles que soy una simple mortal que a veces (por suerte, rara vez) simplemente se detesta. Sí, lo admito. Me miro al espejo y veo todo el daño que le hice a este frágil envoltorio del alma. Es como si me hubiera olvidado de la cáscara por tanto sacar jugo. Y en medio del torbellino del click (lo que yo defino como una especie de epifanía o instante cúlmine en que asumo el problema de los gramitos de más y comienzo el camino hacia su eliminación), lo único que me sale hoy es una ODA AL ODIO.

Creo que toda dieta comienza con una ODA AL ODIO. Nadie, en su sano juicio, puede decidir embarcarse en un régimen de sacrificios, prohibiciones y difíciles metas si lo que tiene frente al espejo es un ADONIS o una NINFA. Seamos sinceros y no me hagan sentir mal al santo botón. Cuando las ganas ("ganas") de hacer dieta patean adentro del cráneo, hay un poderoso sentimiento de insatisfacción SLASH odio que debe ser paliado inmediatamente.

Fiel a mi rol de escritora demente, voy a animarme a enseñarles, por qué no, mi propia, privada y patética ODA AL ODIO:

¿No será un poco mucho?
Me detesto por cada minuto de dolor lumbar y por el sobrepeso que sufren mis rodillas. 
Me detesto por cada torta Diamanta que me embuché estando internada (aunque fue con un noble propósito). 
Me detesto por no reparar en mi apariencia cuando soy, antes que nada, y después de todo, simplemente una mujer. 
Me detesto por ser una superficial de porquería, a la que en el fondo le molesta saber que tiene que bajar 15 kilos. 
Me detesto por no haber podido lograr una rutina sana en mi vida, tan agotadora después del parto de mi cuarto pimpollo. 

Pero me odio por haber tirado la toalla durante tanto tiempo por ser incapaz de controlar a la bestia interior que llevo adentro. Y sí, todos los caminos conducen a la filosofía griega. WELCOME BACK apetito concupiscible de Platón. Ay, viejo, si tan sólo pudiéramos haber tenido una charla de veinte minutos, tanto da si en el Siglo V A.C. o en el XXI D.C. Me habrías aclarado muchas cuestiones.

Ahhh qué alivio. Ya está. Lo peor ya pasó. Ahora hay que hacer lo que toda madre sabe: agarrar el toro por las guampas. Encarar el problema y encontrar el método más eficiente para arrancarlo de raíz. Bah, toda madre. Toda madre que haya viajado en avión con el peine fino en el bolsillo.