martes, 5 de agosto de 2014

SEMANA 16 Boy, it's a girl!

Mi bebé es NENA 100% confirmado!!! Con la alegría que siento puedo decirles con orgullo que: AL DIABLO con mi post anterior! Es un alivio saber qué es! Imaginarán que regalé todo lo de los varones hace años!!! Si este bebé era varón, tenía que regalar la ropa de Paulinita y ponerme a buscar algo menos rococó para el pobre niño!!!

Claro que mi alivio principal es que la cosa marcha bien, la beba está bien, la placenta migró y ya no es previa, todo viene de mil maravillas. Pero no es menor lo siguiente: no puedo evitar pensar lo afortunada que será mi hija cuando nazca su hermanita; para toda la vida tendrá una amiguita incondicional con quien jugar, crecer y compartir la vida. Algo que yo, única hija mujer, nunca viví. (Y con esto no estoy menospreciando a mis hermanos, claro).

Ojo: a lo mejor fue esa relativa soledad la que, justamente, me impulsó a hacer amistades nuevas a todo momento del camino... Cuento con muchas más amigas verdaderas que las que jamás soñé tener. Me refiero a esas amistades que surgen de forma espontánea en la vida, pero que no se esfuman jamás. Amigas que están allí de cerca o de lejos y son las que con cariño sincero se ofrecen para todo lo que necesito cuando algo me desborda.

Esa soledad de género también me inició en el arte de la escritura; recuerdo mi primer diario íntimo de tapas azules de PVC, "inflables" como los pegotines que coleccionábamos por allá por los 1980's. Tenía candado y todo. Yo me encerraba en mi dormitorio a escribir cosas, de todo un poco, cosas del día a día como por ejemplo que había acompañado a mi madre al supermercado, que mi hermano se había lastimado al caer de la bicicleta o que me había ligado una paliza por ensopar con manguera a mi madre a propósito. Ahhh, la vida familiar equilibrada de los '80s.

Ese hábito pasó a ocupar un lugar importante en mi vida. Pronto, no imaginaba el año nuevo sin un diario nuevo. Tanto me dedicaba a escribir que no faltaron algunos poemas, cuentos cortos y hasta llegué a debutar como dramaturga a los nueve o diez años al escribir (y posteriormente, dirigir) mi propia versión de La Cenicienta.

Mi mejor amiga, Graciela, era Cenicienta. Yo, directora, hada madrina y madrastra. Mi hermano Paul, el príncipe y una de las hermanastras por falta de elenco (y presupuesto). Tugui, el hermano de mi amiga, era la otra hermanastra; llevaba la cara maquillada cual profesora Noelia (de Gasalla), una malla de ballet satinada color rosa mía con dos bolas de plástico "allá arriba", una pollera rosa chicle, una capelina en la cabeza y tacos de mi mamá. Como frutilla de la torta, mi hermano más chiquito, Niels, que no sabía leer -y por ende no podía aprenderse largos parlamentos de memoria sin ayuda-, era el emisario del príncipe y su línea triunfal era: "SOY EL EMISARIO DEL PRÍNCIPE". Ante lo cual, el ilustre público al unísono, de forma predecible e irremediable, exclamaba un "Ááááááaaaaaaaaaaaaaaa". (Téngase en cuenta que el público eran nuestros padres). (Pero pagaban entrada).

Ahora que lo pienso, taaaan mal no la pasé en mis épocas de "única nena". Pero, ¿cuántas obras más podría haber realizado, si mi hermano no me hubiera mandado a freír espárragos después de su iniciación teatral cuando finalmente llegó la hora del Gran Baile y lo hice bailar el Danubio Azul delante de todo el mundo con la Cenicienta cuatro años mayor que él?

Estoy SEGURA de que una hermanita mujer habría sido más "piola". Por esto y mucho más es que tanto me alegro por mi chiquitita, al saber que la espera una vida entera de obras de teatro para llevar a cabo de a dos.

2 comentarios:

  1. la verdadera felicidad costaba poco en aquellos tiempos....

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    1. ...por suerte, aún estamos a tiempo de revertir eso... dedicándonos a JUGAR sin tecnología con los niños!!! GRACIAS por leerme!

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