jueves, 2 de julio de 2015

DIA 3 - BUSCANDO A NEMO

Hola a tod@s! Estoy medio estancada con la dietita (si me miro con un solo ojo; si me miro con ambos, estoy totalmente estancada). 

Supongamos que las vacaciones de julio tienen su cuota parte de culpa. Mis turnos noctámbulos al comando de las memas y pañales se ven invadidos por una insubsanable realidad: De mañana, no hay tregua. Es decir, los turnos no son tales; SIEMPRE estoy de turno. Soy como la farmacia ideal, nunca cierro, ni siquiera en feriados no laborables; nunca me quedo sin stock, nunca hay retrasos en el delivery. Nada de dormir unos 20 minutitos más, ni qué hablar de unas horitas. Hay vacaciones... Nadie se va a ninguna parte (salvo el suertudo del paterfamilia) y yo trato de tapar una olla aquí y otra por allá. Igualmente, ellos siempre me ganan y llevan la delantera. Para cuando tapo una olla, siento que se me destaparon dos. 

No hay peor cosa para una ex dormilona compulsiva que ser despertada 7 veces de noche y tener 20 ítems en la lista de prioridad ALFA UNO antes de poder lavarse los dientes cuando ya la esperanza de echarse un último sueñecito es nula. Fíjense qué ironía, literalmente puedo afirmar que mi fama de lirón trasciende las fronteras y los mares. Durante el certamen Miss World 2000 en que representé a Uruguay, mis amigas misses tuvieron un mes para convivir conmigo y llegaron a pegarme un cartel en la puerta de la habitación que decía URSINHO DORMILAO. Captaron mi ser en toda su esencia.

Por eso, esto de adorar tanto a los niños como para embarcarme en un mega proyecto de familia ha sido muy gratificante, a la vez que muy desafiante. Todos los humanos con hijos lo saben. Un bebé con hambre, popó o sueño es imbatible... 'round the clock! Da igual, por suerte, ya estoy aprendiendo a pilotar la nave de 6 pasajeros de forma más astuta; cada vez que me levanto de madrugada, voy arreglando el pato como puedo. Es decir, si de camino a la cocina -a las 2:15 AM- pateo un pañal sucio hecho bollito en el piso, me levanto y lo llevo ya que estamos. Si veo una mamadera sucia -3:28 AM-, la lavo. Si el perro se hace el vivo y pide salir en una de mis levantadas -4:05 AM- le abro, por qué no, la puerta. Si me doy cuenta de que está por amanecer de todos modos, me lavo los dientes y desayuno, así sean las 5 de la mañana. Sino, sólo Dios sabe si me va a tocar y cuándo me va a tocar una tacita de algo. O un vasito. O una mordidita.

El desafío logístico de tener tanta gente (sí, somos tantos que hablar de personas me parece como poca cosa) es impresionante. Claro está que todo el mundo espera que esté todo lo suyo impecable y a tiempo. Y no me vengan con eso de la culpa del chancho y de quien le rasca el lomo porque l@s quiero ver a ustedes cuando eran niños. ¿O no? Mamá todo lo podía, todo lo debía, todo lo HACÍA. Era casi casi como la carta del apóstol San Pablo a los Corintios, esa que habla de que el amor todo lo puede. Si pudiera hablar todas las lenguas del mundo... les diría BEING THE MUM SOMETIMES SUCKS!

Claro que las risitas y carcajadas sin parar son un tesoro que nadie valora más que una madre.

Pero mi punto es que, dada esta coyuntura de crisis (en el sentido de cambio, qué pensaban), lo de la dieta es un mal necesario, hágase énfasis en MAL.

Aún así, tengo una buena noticia. En realidad son dos:
1) En primer lugar, mi espalda me está doliendo menos. Ello se debe, sin dudas, a la hora diaria de ejercicio que estoy obligándome a hacer. Así sea que la tenga que fraccionar en 3 caminatas de 20 minutos a lo largo del día, el ejercicio aeróbico no puede faltar en una etapa de régimen con semejante  demanda energética, es decir, no me podría plantear una dieta si tuviera que dejar de comer y listo. El ejercicio es aquí la clave.
2) La segunda la iba a escribir pero no podía dejar la tijerita de las uñas de los nenes tirada por ahí así que la fui a guardar y al volver... Cri cri...

¿Qué era?

Hmmmm...

ADIOS. Sin material. Espacio vacío.


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