lunes, 10 de octubre de 2016

DIA 1 - EL CLICK - Por Katja Thomsen

DÍA 1.

EL CLICK.

Este año fue un año muy parecido a 2008 para mí. Por aquél entonces, mi segundo hijo tenía 1 año y el primero, 3.
Ahora mismo también tengo una hija de 1 año y otra de 3.
Estoy en las mismas. 

SAAAAAAAAAAALVO... porque SON CUATRO!!!!!!!!! Gente, en total... SON 4!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Me suelo sentir "tapando ollas", es decir, resolviendo los mil y un problemas y situaciones complicadas de toda la familia. Y para cuando logré tapar la primera olla, ya se me destaparon otras 2. 
Léase: 
-MAMAAAAAAAÁ, CATALINA SE HIZO CAAACAAAAAA
-Vooooy!
(Y voy). (Dejo de hacer lo que estaba haciendo, y voy. Armada de paciencia y esperanza. Esperanza, porque anhelo que algún día, cercano en lo posible, mis mañanas sean llenadas de algo más que de popó ajeno).
A todo esto, la beba está chocha porque ya sabe lo que hizo (señal de que, en teoría, ya está lista para dejar los pañales pero quién tiene tiempo en época de clases para eso con la cuarta...) y me mira feliz:
-CACA PISÍ.
-Uuuuy qué bieeeen, Cata hizo caca y pichí!!!!!
(Emotícono: CARA DE ASCO). (Para mis adentros, obvio).
Le saco el pañal y me doy cuenta de que no se lo puedo retirar por completo hasta no haber separado 5 o 6 toallitas húmedas... porrrr lo menos. (El que inventó el mecanismo de separación entre cada toallita húmeda SEGURO es hombre y SEGURO nunca tuvo las manos en la masa. Además, si inventó la toalla húmeda, lo más probable es que tenga 3 niñeras full time per capita).
Abro el cajón y no están. Las malditas toallitas húmedas no están. Cual atleta olímpica me las ingenio para estirar mi esbelta figura sin soltar a la niña (que está tendida encima del cambiador a una altura peligrosa) y logro alcanzarlas con un pie. Vuelvo a centrar mi mirada en la pequeña, justo a tiempo para ver cómo saca el dedito todo marrón de adentro del pañal que no removí aún. 
-CATA CACAAAAAAAAAA! 
Exclama, orgullosa.
Sí, Cata caca. Mamá llorar. Pero Cata hacer caca. Y reconocer la caca. Grande Cata.

En el interín, a la hermana se le volcó el desayuno, el hermano intentó ayudarme y fue a limpiar la mesa ratona... con la esponja para lavar inodoros (angelito, cómo puedo enojarme) y el otro se enoja porque YO no me acordé de que él no encontró su pen drive y justo HOY tiene el oral con el mejor amigo, al que no PUEDE dejar pegado por MI culpa.

Por propia experiencia, SE con total certeza que esta fase de CAOS va a pasar y que ya sólo me faltan unos dos años hasta que la chiquita sea más "fácil" de sobrellevar. 
El problema surge cuando a esta etapa divina (no estoy siendo irónica, les juro que a veces me percato de lo DIVINA que es en verdad) se le suman 5 muertes en 1 año. Se nos fueron varios GRANDES en la familia... no por la edad sino por sus virtudes y cualidades. Entre ellos cuento a mi adorado perro maltés que enfermó del corazón y a mis 2 únicos abuelos.

Más precisamente, mi ADORADA y divina abuela se fue en julio. Chichí era un pilar fundamental en mi vida y tras su partida, engordé casi 5 kilos por pura tristeza y ansiedad. Justo yo, que TAN BIEN venía con el CLEAN 9 que acababa de hacer. Ya estaba en la recta final de la GRAN BAJADA post parto y PUUUMMMMM me pasa esto y vuelvo a la casilla de partida.

Justo cuando venía tan bien me pasé a sentir TAN TRISTE que noche tras noche me dedicaba a llenar el inmenso vacío con mi peor enemigo; el chocolate.

Tras un mes (y medio, dos) con una tableta de la vaca violeta -de las grandes- entera por noche en el haber (ahora al estómago le dicen haber) (a ver si me controlo un poco), resolví cortar con la depresión e intentar frenar los chocolates. Pero claro, el daño ya estaba hecho.

Ya más tranquila, he decidido poner punto final a esta CRISIS y me quiero empezar a cuidar... no por la apariencia, sino por salud. Vamos a ver qué pasa de acá a fin de año.


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